Educación

El país de los universitarios suicidas

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¿Qué tipo de escuela soñamos? Parece una pregunta fácil, en la que podría haber mucho consenso, pero si pensamos un poco, seguramente sea una pregunta con una respuesta mucho más complicada de lo que parece a primera vista.

Quizá podríamos estar de acuerdo en que la escuela soñada sería aquella en la que todos los alumnos aprendieran de la mejor forma posible. Y he aquí el quid de la cuestión: ¿cuál es esa mejor forma posible? Indudablemente, ni todos los alumnos aprenden igual, ni lo hacen de la misma manera. Y de esta realidad, surgen varios modelos de escuelas, muy diferentes entre sí, y que podríamos resumir, de forma generalizada, en dos:

  • El modelo de escuela selectiva, que separa y clasifica a los alumnos en función de su capacidad, y en el que se considera que sólo los mejores pueden aprender realmente. Este modelo centra su objetivo en la transmisión de saberes, que el alumno debe retener a cualquier precio, para reproducir luego en las pruebas de evaluación. Es, por supuesto, un paradigma altamente competitivo, en el que no sólo compiten sus alumnos entre sí, sino que esta competición se extiende también a los alumnos del resto de escuelas. La escuela selectiva prefiere calificar antes que evaluar, ya que esto último supone reflexionar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje y reorientarlo en la medida de lo posible, algo que no tiene cabida en este modelo.
  • El modelo de escuela inclusiva, que pone el foco en el desarrollo personal y social de todos sus alumnos, que cree firmemente en el principio de que todos ellos pueden aprender, y que se esfuerza en que todos adquieran hasta el máximo de sus posibilidades las habilidades necesarias para ser (persona), vivir (de forma autónoma), y convivir (en sociedad). La escuela inclusiva evalúa no sólo el aprendizaje de sus alumnos, sino también los procesos que tienen lugar en el aula, y no se centra únicamente en el resultado final.
Encrucijada
Es ineludible tomar una opción

Optar por uno u otro modelo es una decisión fundamental. Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos construir y qué valores transmitiremos a las futuras generaciones. Utilizando el símil de Pere Pujolàs , tenemos que elegir entre una escuela que ofrece un “menú para todos”, o una escuela que es capaz de adecuar el “menú general” para que todo el mundo pueda comerlo.

Semanas atrás, junto con el grupo de profesores participantes en la II Expedición Pedagógica organizada por la Fundación Princesa de Girona, tuve la oportunidad de visitar el TeamLabs de la Universidad de Mondragón. Allí, uno de sus fundadores, Jose Mari Luzárraga, nos contaba que sistemas con un alto rendimiento de sus alumnos, como el chino o el coreano, basados en el modelo selectivo, son también sistemas que llevan a muchos de esos alumnos a un altísimo grado de estrés, e incluso al suicidio, hasta el punto de que Corea del Sur es mencionado en artículos de prensa como el país de los universitarios suicidas. ¿Es eso lo que queremos para nuestros hijos y alumnos?

Personalmente, creo que casi todos estaríamos de acuerdo en que la opción válida debe ser el modelo inclusivo. Un modelo que pretende educar personas libres, responsables, con espíritu crítico y respetuosos con las diferencias. Nuestro objetivo no puede ser formar ciudadanos competitivos, sino competentes y cooperativos, que lleguen a aprender cuanto puedan y pongan sus saberes al servicio de la comunidad, para alcanzar metas comunes y mejorar la sociedad en que viven.

Sin embargo, todo esto necesita ser concretado en el aula. El desafío consiste en encontrar y aplicar una metodología que permita a más alumnos un mayor número de aprendizajes. Para ello, habrá que diseñar una amplia variedad de escenarios educativos, en los que nuestros alumnos puedan desarrollar activamente sus capacidades y talentos, y con la cooperación como un valor esencial, la piedra clave sobre la que edificar la bóveda de nuestro modelo educativo.

Por tanto, podemos decir que una metodología irrenunciable en este modelo inclusivo es el aprendizaje cooperativo. No hablamos de “trabajo en grupos”, sino del uso didáctico de equipos reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de sus compañeros. Su horizonte es que todos los alumnos desarrollen al máximo nivel sus capacidades, y entrenen además aquellas en las que son menos competentes. Favorece así la inclusión de un modo que, hasta ahora, no habíamos conocido. No es sólo una metodología de aprendizaje de contenidos, también entrena habilidades sociales y la adquisición de valores, como la responsabilidad, la comunicación, la solidaridad y el trabajo en equipo, por parte del alumnado. Al mismo tiempo, el cooperativo (contra lo que pudiera parecer) fomenta en gran medida la responsabilidad y la autonomía individuales.

Como complemento ideal del aprendizaje cooperativo nos encontramos con el aprendizaje basado en proyectos, en el que el que el alumno adquiere conocimientos, habilidades y actitudes a través de situaciones de la vida real y se convierte en protagonista de su propio aprendizaje mediante la elaboración de proyectos que dan respuesta a dichas situaciones.

Esto supone una transformación radical del papel del docente, que ya no se va a limitar a la simple exposición de contenidos. Ahora, la función principal del profesor es diseñar la situación de aprendizaje que permita a los estudiantes desarrollar el proyecto: crear materiales, gestionar el trabajo cooperativo, proporcionar fuentes de información, resolver las dificultades que vayan surgiendo, facilitar el aprendizaje de sus alumnos y evaluar continuamente el proceso.

Equipo docente
Diseñando proyectos en equipo

¿Dónde está el problema? Creo que todos lo sabemos: esta transformación exige tiempo y más trabajo por parte del docente. Ya no nos sirve usar el libro de texto como herramienta única, y menos aún como el referente absoluto de nuestra labor educativa. El diseño, aplicación y evaluación de esas situaciones de aprendizaje va a requerir una mayor dedicación, junto con un cambio sustancial en las estructuras de trabajo. Menos reuniones informativas (para eso tenemos ya a nuestra disposición un amplio abanico de posibilidades en el campo de las TIC), y más espacio para la planificación, la colaboración, la discusión en equipos docentes que, ahora sí, deben ser verdaderos equipos.

Por supuesto, ni las que menciono son las únicas metodologías que pueden ayudarnos a seguir construyendo el modelo de escuela inclusiva, ni las implicaciones del cambio se quedan ahí. Pero del resto, ya hablaremos más adelante…

Francesc Torralba o la «pasión por educar»

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He tenido la suerte de asistir a la sesión formativa organizada por la Fundación Victoria que ha tenido lugar hoy (23 de enero) en el auditorio Edgar Neville, de Málaga, con Francesc Torralba como protagonista. En poco más de 90 minutos, ha desgranado lo que debe constituir el eje vertebrador de la Educación: la pasión del docente por ejercer su labor, por educar. La verdad es que me he pasado el tiempo tomando notas y apuntando algunas de sus impactantes frases. Así que, en lugar de hacer un resumen de la ponencia, comparto contigo algunas de esas frases. Espero que refresquen tu vocación y fortalezcan tu pasión por seguir educando como lo han hecho conmigo.

  • Al educador no lo definen los títulos sino la capacidad y la voluntad de educar.
  • La voluntad suele existir en un primer momento, pero si mengua el educando lo percibe.
  • Razones para el desencanto hay muchas. Busquemos los motivos para mantener viva la voluntad: tener claro el fin de mi acción, y que ese fin es bueno, es deseable.
  • El fin principal de mi acción docente debe ser ayudar a construir personas.
  • Cuando un educador transmite valores, está transformando el mundo.
  • La capacidad se adquiere fundamentalmente gracias a la experiencia.
  • Los depósitos de experiencia compartida son un estupendo recurso para los que aún no la tienen.
  • No somos escultores delante de una pieza de mármol estático: el educando es un sujeto activo, no pasivo.
  • Tenemos que empezar a hacer preguntas cuya respuesta no esté en Google.
  • Si el contexto cambia, el educando cambia y no cambia el educador, sobreviene el naufragio.
  • Lo esencial en la acción educativa es el encuentro.
  • Si no hay encuentro, sin intersección entre las burbujas del educador y el alumno, no hay acto educativo.
  • Lo que queda de ti es lo que das, y muchas veces lo das fuera del aula.
  • Si un educador solo tiene conocimientos, es una biblioteca.
  • Quién está plenamente presente en lo que hace, vive dos veces.

educador

Infografía: Los 5 elementos básicos del Aprendizaje Cooperativo

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Para celebrar las primeras 1000 visitas al blog, te dejo hoy una infografía (la primera que he hecho) sobre los 5 elementos básicos del Aprendizaje Cooperativo, aunque prometo dedicar un artículo más adelante a este asunto, con sugerencias para trabajar cada uno de ellos. El contenido es un mini resumen de lo que puede leerse sobre este apartado en el libro “El aprendizaje cooperativo en el aula“, del que hablé hace poco en un post anterior.

Pincha sobre la imagen para verla a tamaño completo ¡Espero que te sirva!

Cooperativo

12 Ideas clave sobre Aprendizaje Cooperativo

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Me gusta aprovechar el tiempo de vacaciones para reflexionar sobre mi ser y mi saber hacer como docente, algo que, durante el curso, no puedo hacer con la asiduidad que desearía. Es por eso que acabo de terminar de releer «El aprendizaje cooperativo en el aula«, un libro imprescindible para todos los interesados en esta estrategia metodológica. Y digo releer porque, a pesar de su corta extensión, he tenido que leerlo dos veces para sacarle toda su esencia. Lo que me ha parecido realmente interesante es que, además de fundamentar el aprendizaje cooperativo y de aportar ideas muy sugestivas, la posibilidad de aplicar sus principios en el aula es absolutamente real. De hecho, ese es el objetivo principal de la obra (de ahí el título). Y eso es algo que descubrirás tú mismo si te decides a leerla. No obstante, he entresacado 12 ideas que, para mí, son clave en este tema y que pueden servirte si aún dudas sobre si implantarlo o no en tu aula. Ahí van:

  1. Aprender es algo que los alumnos hacen, y no algo que se les hace a ellos. Requiere la participación directa y activa de los estudiantes.
  2. El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos con el fin de que los alumnos trabajen juntos para optimizar su propio aprendizaje y el de los demás.
  3. El buen trabajo en equipo es el resultado de integrar las capacidades de cada miembro del grupo para realizar tareas que ningún miembro puede realizar por sí solo.
  4. Cualquier tarea didáctica, de cualquier materia y dentro de cualquier programa de estudios, puede organizarse de forma cooperativa.
  5. Agrupar a varias personas en la misma habitación y decir que eso es un grupo cooperativo no basta para que lo sea.
  6. No hay una única disposición del aula que satisfaga los requisitos de todos los objetivos y actividades de enseñanza, por lo que el docente deberá disponerla en forma flexible.
  7. Asignar roles a los alumnos es una de las maneras más eficaces de asegurarse de que los miembros del grupo trabajen juntos, sin tropiezos y en forma productiva.
  8. No nacemos sabiendo cómo interactuar correctamente con los demás; por tanto, el docente debe enseñar a los alumnos las destrezas o prácticas sociales requeridas para colaborar unos con otros y motivarlos para que las empleen.
  9. Hay que concentrarse en evaluar y perfeccionar los procesos de aprendizaje, en lugar de centrarse en los resultados.
  10. La observación sistemática de los grupos de aprendizaje cooperativo brinda al docente una «ventana abierta» a las mentes de los alumnos, proporcionándole más información sobre lo que saben y entienden los alumnos que las respuestas que dan en los exámenes o en las tareas «para casa».
  11. El docente es el que guía la enseñanza en el aula y el responsable de crear las condiciones que hagan posible un óptimo aprendizaje.
  12. Implementar el aprendizaje cooperativo en el aula exige esfuerzo y disciplina. No es fácil. Pero vale la pena.

Yo me quedo con esta última. ¿Y tú? Para terminar, una imagen que resume todo lo anterior… O eso creo.

Castellers

3, 2, 1… ¡Acción!

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Primero de septiembre. Los docentes volvemos al trabajo tras unas merecidas vacaciones (aunque haya quien no lo crea así). Es la hora del reencuentro con los compañeros, de volver a las aulas… En fin, no voy a repetir aquí una serie de manidos tópicos que todos conocemos. Sin embargo, sí creo que es también un momento crucial: el de decidir qué tipo de docente quiero ser. Seguro que todos nosotros queremos ser buenos maestros, estupendos profesores. De hecho, lo somos ¿A que sí? Pero el trabajo de planificación que llevemos a cabo estos días será en realidad el que marque nuestro devenir, y el de nuestros alumnos, durante el curso que ahora empieza.

Es el momento de tomar algunas decisiones al respecto: ¿Optar por una organización en grupos cooperativos o mejor colocarlos de forma individual, para que charlen menos? ¿Colaborar con otros compañeros para llevar a cabo proyectos interdisciplinares, o mejor centrarme en mi materia, que no es poco? ¿Poner el foco en el aprendizaje del alumno, o en la transmisión de los contenidos necesarios para que, en un futuro, puedan superar las distintas etapas del sistema educativo? ¿Nuevas tecnologías o el libro de siempre, que nunca falla? No perdamos de vista que la respuesta a cada una de estas preguntas lleva aparejada una serie de consecuencias muy diferentes.

Todas estas y otras muchas disyuntivas serán las que conformen el guión de la película que se estrene en nuestras aulas en 10 o 15 días. Podrá ser un filme de trepidante acción, una comedia negra o un drama de pañuelo y tratamiento psicológico. Pero lo importante ES QUE LO DECIDO YO. El contexto en el que me desenvuelvo, mi centro, mis compañeros, los alumnos, el barrio, etc., todo influye, naturalmente. Pero el guionista de mi película soy yo. Y protagonistas… bueno, ya tengo unos pocos esperando empezar el rodaje. La cuestión es: ¿será mi guión lo suficientemente interesante como para seducirles?

An_Education

PD: Por cierto, si no la habéis visto recomiendo la película del póster.

La urgencia del CAMBIO

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Aunque nos parezca increíble, se sabe que durante el Neolítico nuestros ancestros ya practicaban la trepanación craneal: realizaban una incisión en el cráneo de un desventurado paciente, hasta que conseguían separar un fragmento de hueso para llegar al interior de la cavidad craneana. Y lo que resulta aún más asombroso: algunos de los pacientes sometidos a una cirugía tan delicada con instrumental muy rudimentario… ¡sobrevivían! Sin embargo, a nadie hoy se le ocurriría pedir que se le operase del mismo modo: sin anestesia, sin unas condiciones higiénicas mínimas y sin los conocimientos técnicos necesarios para resolver cualquier complicación. Traslademos esto mismo al campo de la educación. ¿Quién puede estar a favor de que se siga educando como hace décadas, siglos, en la actual sociedad del conocimiento? Yo no, y voy a dar algunas razones por las que creo en la urgente necesidad de un cambio profundo en la Educación:

  • Los avances en neurología, psicología y sociología, las nuevas tecnologías, las distintas experiencias en metodología y didáctica… están ahí, y sería un desperdicio relegarlas al cajón del olvido.
  • Nuevos problemas exigen nuevas soluciones. La sociedad cambia a un ritmo vertiginoso, y los problemas a los que se enfrenta hoy son muy distintos a los que se encontraban nuestros padres o abuelos. Por tanto, el sistema educativo debería preparar a sus alumnos para enfrentar los nuevos retos, y no para simular situaciones que sólo existen en los libros de texto.
  • Paralelamente, el actual catálogo de profesiones tiene poco que ver con el que existía hace 20 o 30 años, y es posible que tampoco se parezca al de 2030, año en el que los alumnos que hoy se incorporan a la Educación Infantil accederán al mercado de trabajo. Esto significa que estamos preparando a nuestros alumnos para que desempeñen profesiones que, muy posiblemente, no existan dentro de 20 años.
  • Educar no es enseñar, no es llenar simples recipientes (llamados niños) de ingentes cantidades de conocimiento. Es mucho más: es dar herramientas y estrategias, es ofrecer oportunidades, es despertar la curiosidad y animar a usar el ingenio, es acompañar procesos de descubrimiento e investigación. En suma, es lo contrario a lo que se practica en muchas aulas, desgraciadamente.
  • Los procesos que tienen lugar en muchos centros y en muchas aulas SON ABURRIDOS. Sí, desengañémonos, alumnos y profesores se aburren soberanamente en clase.
  • La educación actual intenta homogeneizar contenidos, objetivos y niveles curriculares. Tratamos como iguales a personas completamente diferentes. El descubrimiento de las inteligencias múltiples, llevado a cabo por Howard Gardner y llevado a la práctica en muchas escuelas con gran éxito, nos muestra que cada cual aprende de forma diferente y desarrolla capacidades diferentes. Esto termina de echar por tierra la aspiración de una educación estandarizada, evaluada también de forma estandarizada e igualitaria.
  • El cambio educativo nos llama a la cooperación, al trabajo en equipo, en oposición al individualismo que inunda gran parte del paisaje pedagógico actual. El trabajo compartido enriquece y da mejores frutos, no cabe duda.

¿Más razones? Seguro que tú tienes alguna…